Las árabes reivindican el sexo
Una libanesa que se identificó como Carole Arayed irrumpió en el debate quejándose de la comparación establecida por la señora. "¡No somos animales, pero las mujeres tenemos derecho a nuestra sexualidad! ¿O es que vamos a terminar como pasó en ese país árabe donde apedrearon a una pareja de camellos porque el camello estaba practicando el sexo con la camella?", soltó a través del micrófono.
Intercambios tan singulares como el presente se prodigaron este viernes durante la clausura del Segundo Foro de Mujeres Árabes que se celebró en Beirut, que dedicó la jornada a debatir sobre sexo y belleza femenina en una región donde esta temática todavía sigue siendo un tabú.
La convocatoria reunió a más de medio millar de empresarias, artistas, políticas, feministas y activistas de los derechos humanos de mundo árabe.
La polémica cineasta
Ateniéndose a su polémica aureola, la directora de cine egipcia Inas al Degheidy suscitó más de un murmullo cuando arremetió contra las "tradiciones" y alabó "lo sublime que es la relación sexual". "No es cierto que los árabes no tengamos relaciones sexuales, ¡las tenemos y a veces muy perversas pero siempre a escondidas!", dijo promoviendo una ovación.
'El sexo es algo natural, no podemos considerarlo vil', dice la controvertida directora Inas al Degheidy
A sus 54 años y todavía con un porte ciertamente seductor, Degheidy no sólo es la cineasta más famosa de Egipto sino un personaje repetitivo a la hora de contabilizar escándalos por su audacia a la hora de filmar películas y sus exabruptos de tono erótico.
Ella misma reconoce que "la adora un 10 por ciento" del público egipcio pero que otro "90 por ciento" simplemente la "quiere matar". No es una afirmación banal. La policía egipcia desmanteló en el 2001 un comando islamista que tenía entre sus objetivos asesinar a la realizadora.
El último alboroto mediático lo generó el pasado verano cuando defendió en sendos programas de TV la legalización de la prostitución —"existe en todo el mundo y en Egipto también. Tenemos que aceptar la realidad", dijo—, la homosexualidad y puntualizó que, si no recurría a desnudos completos en sus películas, era sólo porque se lo impedía la censura.
"Yo también crecí en una familia donde el sexo era tratado con repugnancia hasta que descubrí lo que era el placer. El sexo es algo natural, no podemos considerarlo vil", manifestó Deghidy durante su intervención en el Foro.
En defensa de la masturbación femenina
La postura aperturista de la egipcia recibió el apoyo de la libanesa Rania Barghout, presentadora del conocido programa 'Kalam Nawaem' (Conversaciones dulces), de la cadena saudí MBC, especializado en "temas prohibidos", que exigió "la completa libertad corporal e intelectual" de las mujeres. "Por ejemplo, aquí siempre se ha presentado la masturbación femenina como un crimen y en nuestro programa trajimos a un famoso 'sheik' (experto religioso) que declaró que las mujeres tienen todo el derecho a masturbarse", puntualizó.
Sin embargo esta postura chocó contra la que mantenían un sector del respetable —en su mayoría llegadas del Golfo y Arabia Saudí— que defendían la necesidad de adecuar la sexualidad femenina con las costumbres locales. "La reivindicación sexual varía de una sociedad a otra y la libertad de expresión tiene como límite no herir a nadie", manifestó la poetisa saudí Thuraya Al-Arrayed
'No estamos reclamando una revolución sexual ni el libertinaje sino ser conscientes de que vivimos una contradicción', dijo una psicoanalista
La discrepancia era incluso obvia en las vestimentas que se apreciaban en la sala donde se entremezclaban los velos y las 'abayas' con las minifaldas, transparencias, escotes y el derroche de silicona. Ello no impidió que las disquisiciones se extendieran también a la inexistencia de educación sexual en las escuelas árabes, el culto a la belleza y en especial a la práctica extendida de la cirugía plástica o el incremento de la venta de ropa interior a cada cual más sugerente que marcha de forma paralela a la proliferación del velo.
Otra de las participantes, la psicoanalista Marie Therese Khair Badawi, intentó situarse en un término medio al incidir en la necesidad del "diálogo para entender que el cuerpo de la mujer sigue siendo un tabú en el mundo árabe". "Aquí se defiende la virginidad pero al mismo tiempo tenemos clínicas especializadas en reconstituir el himen. No estamos reclamando una revolución sexual ni el libertinaje sino ser conscientes de que vivimos una contradicción", precisó.
Contra el matrimonio forzado
El auditorio sí coincidió en descalificar una práctica común en Oriente Próximo: el matrimonio forzado de las jóvenes. "Es una violación", lo calificó la argelina Sihem Habchi, presidenta de la Asociación francesa 'Ni Putas ni Sumisas' Habchi. "Es pura violencia de la familia", le secundó la saudí al-Arrayed.
Los escasos participantes masculinos tuvieron que refugiarse en la ironía frente a un público crítico con su sexo
En este sentido, Kaltham al Koheji, directora regional de comunicación del banco HSBC, aludió a su caso particular como ejemplo de cómo enfrentarse a este flagelo. La familia de Koheji, natural de EAU, la obligó a desposarse con 13 años con un sujeto de 30 que ni conocía. "Un día llegué a mi casa y estaban bailando. Pregunté: ¿y por qué es la fiesta?. Y me dijeron: es tu fiesta de compromiso. Rompí a llorar y dije que quería continuar mis estudios", recordó.
Koheji aceptó sólo bajo la promesa de que podría continuar estudiando y cuando el futuro marido se retractó de tal pacto le llevó a juicio con el apoyo entonces de sus allegados. "Estamos hablando de hace 25 años, pero conseguí que un tribunal anulara el compromiso. Me casé a los 28 con el hombre que yo elegí y ahora soy madre de dos hijos", añadió.
Los escasos participantes masculinos tuvieron que refugiarse en la ironía para afrontar a un público especialmente crítico con el desempeño de su sexo. El profesor de arte libanés Michel Jabre llegó a proponer que en la lucha femenina a favor de la igualdad estas "impongan un boicot sexual" a los hombres, lo que generó de nuevo las carcajadas y gestos explícitos de varias chicas que menearon la cabeza rechazando de plano tal hipótesis.
El carácter quizás inédito de estos debates no eclipsa la marginalización de las féminas en la región, que se encargó de recordar este jueves la propia responsable de dicha cuestión en la Liga Árabe, Hana Sorour. La egipcia aclaró que un 65% de las árabes son analfabetas y sólo un 30% tiene acceso al mercado laboral.
Un contraste abismal con la concentración de riqueza que se está generando en los países del Golfo, donde las mujeres controlaban 364.000 millones de dólares el año pasado, según cifras reveladas en la cita de Beirut.
"Todas estas discusiones están centradas en una clase media que está desapareciendo. La mujer cuya única preocupación es conseguir pan para que coman sus hijos no tiene tiempo para exigir la liberación sexual", sentenció Farida Farisi, una profesora saudí.
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