lunes, junio 23, 2008

¿De qué se mueren las mujeres en este país?


Por Cecilia Lavalle*

En México las causas de muerte de una mujer pueden ser altamente discutibles, opinables y modificables. Quedan envueltas en el terreno donde todo es confuso, difuso y profuso. Se mueren de una cosa, pero parece que se mueren de otra.

Olvídese de la utilización de la ciencia. Porque suponiendo que se cuente con lo elementos técnicos y humanos, falta ver de qué lado está quien aplica la ciencia. Y es que, ya ve usted, la confianza en las instituciones es un concepto que nos es ajeno. Y no sin razón.

Ahí tiene usted el caso de doña Ernestina Ascencio, la indígena de 74 años de la sierra Zongolica, en Veracruz, que falleció, según familiares, organizaciones sociales y tres médicos legistas, a causa de las lesiones que le provocó una violación tumultuaria.

Pero, según Felipe Calderón, el Presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y la Procuraduría General de Justicia de Veracruz, murió de anemia aguda causada por sangrado del tubo digestivo. Esa fue la verdad oficial, "la verdad histórica", le llamaron.

Pues parece que estamos nuevamente ante la posibilidad de otra verdad histórica.

El 25 de mayo, la indígena Susana Xocua de 64 años, murió a causa de un "cistocele estrangulado" (en lenguaje común, rotación externa de vejiga caída). Esa es la versión de la Procuraduría de Justicia de Veracruz.

La versión de su esposo, familiares y organizaciones sociales es que murió tras ser violada y torturada.

¿Cómo llegan a esa conclusión? Porque la señora Susana despareció 24 horas, su cuerpo fue encontrado tirado en un maizal, semidesnudo y con huellas de violación.

¿Qué le parece? Misma sierra, mismo estado de la República; mujeres ambas, indígenas ambas, pobres ambas, ancianas ambas; ambas con versiones oficiales de enfermedades y versiones sociales de violaciones sexuales; ambas con dictámenes oficiales de muerte natural y dictámenes sociales de que se trato de feminicidios.

Algo está mal, porque mire que morirse de una cosa y parecer que se muere de otra es difícil.

Sin embargo, para la Procuraduría de Veracruz es fácil. Ninguna señal de moretones les va a confundir. ¡No, señor! Ninguna desaparición de 24 horas es suficiente para engañarles. Ninguna aparición de cuerpos semidesnudos les va a despistar. Ninguna sospecha de violación les va a aturdir. Esas dos mujeres se murieron solitas y se murieron de causas naturales. ¡Claro que sí! Una de anemia y la otra por un problema de vejiga caída. Punto.

¿Que los padecimientos señalados no excluyen la violación? Eso es lo de menos. ¿Que las enfermedades citadas bien se pudieron agravar a causa de una violación? Es un detalle sin importancia.

En esta ocasión, Susana murió, dice el subprocurador de Asuntos Indígenas de la Procuraduría General de Justicia de Veracruz, de un cistocele estrangulado, pues a pesar de su enfermedad y la atención médica recibida optó por la ingesta de diversas hierbas, lo que implicó su muerte natural.

Pero (pequeño detalle) en el expediente médico del Programa Oportunidades, al cual Susana estaba inscrita, no se señala ni ésa ni otra enfermedad.

Claro que eso puede deberse a que la parte médica del Programa Oportunidades no detecte ese tipo de padecimientos y, sin contar con los elementos necesarios, dejaron sentado que la señora Susana gozaba de cabal salud. Claro que es posible que la señora Susana haya acudido por ese padecimiento a otras instancias de salud, y claro que es posible que haya decidido utilizar herbolaria para aliviar sus padecimientos.

Lo que no es posible, según algunos especialistas, es que "las hierbas", como les llama el subprocurador, hayan provocado el cistocele estrangulado. Y, en cambio, sí es posible que el cistocele estrangulado haya sido provocado por una violación sexual.

Los familiares no creen ni en la versión de la Procuraduría ni en la Procuraduría misma.

El pasado martes, cuando los peritos les solicitaron la exhumación del cadáver para practicar una necropsia y "comprobar" que no murió por tortura y violación como manejan las organizaciones sociales sino, insisten, de vejiga caída, los familiares de Susana se acordaron de cómo se desarrolló el caso de Ernestina Ascencio y se negaron, a menos que los estudios los realice la Universidad Nacional Autónoma de México.

Esta historia no ha terminado de escribirse. ¿Cómo terminará? ¡Vaya usted a saber!, Ya ve, aquí a las mujeres nos da por morirnos de una cosa que parece otra.

cecilialavalle@hotmail.com
* Periodista y feminista en Quintana Roo, México, integrante de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género. 08/CL/GG/CV

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